18 junio 2010

Por qué nos gusta lo "periférico"

Viviendas de Alejandro Aravena

Es evidente que el discurso arquitectónico "occidental" en los últimos años continua enredandose en laberintos auto-contemplativos sobre la belleza, la composición, la magia de la luz y otros aspectos que hoy día están más que superados en cualquier ejercicio estético.
Todas las crónicas que leemos sobre el congreso celebrado en Pamplona la semana pasada hablan del exceso de auto-complacencia de Renzo Piano y Jaquez Herzog (La Europa orgullosa) que mostraron síntomas de vivir en mundos divergentes a la realidad de las ciudades.

Glenn Murcutt, fuera del torbellino de la arquitectura de flashes anuncia que es la última vez que acude a un congreso (se retira a su empresa unipersonal) y se "mofa" de la dinámica de trabajo de un estudio como el de Jaques o Renzo. En definitiva, el mundo periférico (desde la óptica occidental-centrista) es el que aporta ideas y experiencias aplicables en los procesos de construcción de ciudad, con discursos muy alejados a la poética de las formas arquitectónicas o los eternos discursos sobre lo que es o no es bello. Simplemente comparten experiencias reales de trabajos realizados a pie de calle. Transmiten experiencia y no verborrea.
Desde Australia a Africa, pasando por América o incluso Japón, la arquitectura tiende a "radicalizar la experiencia".

En Europa seguimos rodeados de charlatanes y enredados en discursos que rozan lo snob.

Como dijo Slavoj Zizek “cuando el arquitecto empieza a hablar de poesía es porque tiene los bolsillos demasiado llenos”.


3 comentarios:

Jordi QO dijo...

Que buena gente sois, hay discursos que rozan lo snob, si, pero otros directamente superan lo snob. Los grandes gurús de la arquitectura de portada han supeditado durante los últimos años todo a la forma, despreciando en algunos casos la idea de función y hablando incluso de arquitectura de representación. Una representación teatral es algo que en realidad no ocurre, es decir la arquitectura de representación no es, en realidad, arquitectura, son esculturas vergonzosamente caras. Además podríamos preguntar para quién es esa representación, para el cliente o más para el arquitecto que se sobrevalora cada vez que acomete una de estas "genialidades"?

Belleza debe haber en todo, pero esta no está unida a la estructura más rocambolesca, a los ornamentos innecesarios y encarecedores, a las composiciones incomprensibles para el común (por tanto snob) sino a encontrar, en mi opinión, el equilibrio entre forma y función, belleza y comprensión, en pocas palabras en el respeto a lo que se hace, para que se hace y el dinero que cuesta.

Lástima que el modelo que se ha vendido a muchas promociones de arquitectos es el de los superstars y la falta de respeto hacia la gente, he oído tantas veces la justificación "el arquitecto sabe lo que la gente quiere antes de que la gente lo sepa" ...

TOKI dijo...

"Todo para el usuario pero sin el usuario"

Anónimo dijo...

quizas esta situación crítica de la economía, permita esencializar las necesidades, y potenciar la actitud de servicio que conlleva el oficio de arquitecto y en último término la arquitectura.

En n ejercicio de responsabilidad, la arquitectura y el urbanismo, debería adoptar un papel didáctico, y ejemplarizante, capaz de reconducir el uso de la arquitectura con fines políticos y meramente representativos.

Reclamamos menos arquitectos en las portadas y más arquitectura en esencia.