11 enero 2010

TOPONIMIA Y "EXPERIENCIAS SALVAJES"


La ciudad es el lugar de la razón, la democracia y la cultura”. Esta aceptación histórica y bienintencionada ha generado en cambio un des-entendimiento y una sensación de miedo-a-lo-desconocido hacia todo lo que es no-ciudad.


El éxodo rural acontecido tras el desarrollo de la industrialización, se desprendió de todo el aprendizaje que los primeros asentamientos en el territorio podían haber transmitido a la experiencia urbanita. Con la fundación del modo de vida urbanita-moderno se ha mirado el origen de los asentamientos (entorno rural) como lugares cuasi-salvajes, lugares no-culturales.


Puede que este proceso de vaciado de significado y desafección haya sido un hecho intencionado desde la mirada urbanita y urbanista. Después del proceso de vaciado, los espacios rurales se han representado en la cartografía de la planificación urbanística como lugares vacíos o espacios libres oportunos para la colonización de lo construido.


Estos lugares son en cambio los primeros lugares culturales, los primeros lugares de economías de subsistencia y los primeros lugares de cooperación y solidaridad (sociales). Podrían ser capaces de transmitir un conocimiento sobre nuestro entorno que hasta hoy la ciudad no ha querido incluir en su sistema de juego.

Una nueva Tercera Naturaleza debería recoger la relación de pertenencia que construyeron en el momento de asentarse en el paisaje estos primeros lugares. Carlos Enriquez y Arantza Gogeascoechea[3] en un trabajo realizado sobre el caserío escribían lo siguiente:


“Con lo dicho hasta aquí podemos ir más lejos todavía: la residencia del casero resulta ser el lugar y el sitio ecológicamente elegido por las indicaciones toponímicas, las huellas o los restos botánicos, geológicos o zoológicos, que en marcan el espacio donde se ha decidido construir la casa. Así, será denominada "ancho valle", "arcilla yerma" o "junto al río" que eso son Aranzabal, Buztingorri o Rekondo, etiquetas o nombres propios de la casa que denotan un "topos" o nicho ecológico, el más adecuado y significado. Pero es que, además, la casa a la que estamos aludiendo, cuyo nombre es un indicador del lugar, se transformará a continuación en metáfora de todo el terreno, bosques y otros pertenecidos enclavados allí, produciéndose una continuidad física entre paisaje, hogar y habitantes. Y este solar originario deberá transmitirse generacionalmente con una gestión adecuada, ejemplar y correcta.”


Los topónimos en el territorio se convierten en un tejido de signos superpuesto en el territorio que ofrecen a sus habitantes un sentimiento de pertenencia y referencia. Los caseríos pertenecían por lo tanto a un lugar geológico y cultural concreto. Convertían el paisaje en territorios productivos de una economía de subsistencia hasta la llegada de la industrialización. Como decía Caro Baroja, el caserío era la unidad territorial con la que se podía medir el paisaje.


Levy Strauss en “El pensamiento salvaje”[4] analizaba la manera en la que las “civilizaciones salvajes” marcaban el territorio con hitos o Totems creando discontinuidades o diferencias puntuales en la naturaleza. Al igual que los topónimos, estas marcas en el paisaje vinculan a las comunidades con su entorno vivido y construyen una memoria de experiencias con los lugares.


Según L.Strauss son acciones no domesticadas, acciones que no se someten a objetivos de rendimiento y se construyen desde lo que L.Strauss denominaría como la metodología “Bricoleur”. Tanto las marcas en el paisaje como el ser “Bricoleur” se entienden desde una actitud de inconsciencia, desde una manera de funcionar en oposición a la cultura racional (civilizada) que tecnifica los procesos y aleja la experiencia de las personas.


Los procesos de construcción de una Tercera Naturaleza exigen una actitud Bricoleur aflojando los lazos con los procesos de Ingeniería. El proceso Bricoleur es el espacio de la participación y la experiencia mientras que los procesos utilizados en la actualidad especializan su metodología dejando “el proyecto” en manos de las elites.


[3] http://www.ingeba.org/lurralde/lurranet/lur18/enriq18/18enriq.htm

[4] El pensamiento salvaje. C.Levi-Strauss. Edit. Fondo de cultura.



6 comentarios:

Pablo Twose dijo...

És muy interesante el proceso de colonización mediante totems en el paisaje, ya que le aportan significado y simbolismo al mismo tiempo que orden y referencias visuales. Da un poco de miedo que este proceso tan espontáneo se esté aplicando al espacio urbano que define koolhaas en vuestro artículo anterior. Se han transformado en totems-edificios "en manos de la élite" incrustados en el paisaje genérico-ciudad.

un saludo!

saludos.

TOKI dijo...

claro, claro.. por eso es el texto más cínico de Koolhaas... que se construya la ciudad genérica, homogénea e hipercontinua que "yo" construiré la diferencia...(así debe pensar)

saludos!

S.DEMOLINA dijo...

Fantástica entrada y fantástico el dibujito de Baroja. Enhorabuena!!!. Saludos

TOKI dijo...

Gracias Santiago. Saludos!

stepienybarno dijo...

Muy chula la entrada. Y parece que esto de la tercera naturaleza seguro que va a dar más juego!

Muy bien traída la referencia del caserío y la idea de los topónimos. Un tema bien bonito, el de cómo las marcas atan la arquitectura al paisaje y se relacionan con la memoria del lugar.

Por otro lado, lo difícil (pero en ello hay que incidir) es buscar vías reales y efectivas de participación para esta tercera naturaleza de la que habláis.

Nos vemos pronto!

TOKI dijo...

sí, este domingo...