El especulador no distingue entre diferentes materias. Si hasta hace pocos años asistimos a peleas feroces por obtener terrenos para la construcción, hoy el especulador compra tierras cultivables a los largo y ancho del planeta. El ladrillo se ha convertido en soja, en trigo o cualquier otra materia prima que cotiza alza debido a su valor como necesidad primaria.
El problema se agrava aún más si nos detenemos a observar la "escala" a la que trabajan estos nuevos terratenientes mundiales. En la imagen que ilustra la entrada se pueden observar las inmensas áreas en África que ya no dependen de las comunidades locales.
La imagen corresponde al artículo que hoy mismo se publica en El País: "La fiebre de los cultivos perturba África". Se advierte sobre conflictos, tensiones y graves enfrentamientos que en diferentes países han venido ocurrido debido a los intentos de empresas "mundializadas" en hacerse con tierras hasta entonces cultivadas por comunidades locales.
Tal y como demostraba hace un par de semanas Emmanuel Lizcano en la conferencia que ofreció en Donostia, el "pensamiento científico" y su proceder llega desde los laboratorios, desde lugares totalmente desconectados de las culturas y los saberes populares. Y este tipo de pensamiento es el que invade las acciones globalizadas de los especuladores.
La sensación es que todavía seguimos embobados con conceptos como la "globalización", la "conectividad", la "internacionalización"... Sin reparar en múltiples tipos de conocimiento que estamos destruyendo. Cuantos gurús locales y mundiales de la política y la economía han repetido durante estos últimos meses que la solución a nuestra crisis económica se alivia a través de procesos de internacionalización...
Quizá deberíamos comenzar a hablar más de la "crisis de valores" que es posiblemente la que generó la situación que vivimos y posiblemente ahí encontremos la clave para resolver todas estas "crisis" en plural.