INGURU-MINGURU en euskera significa "rodear". Es también la traducción literal de
CIRCUNLOQUIO:
En retórica, dentro de las figuras literarias, la perífrasis, o circunloquio, es una de las figuras oblicuas; consiste en designar de forma indirecta un concepto a través de un conjunto de sus características.
Fundamentalmente, se trata de dar un rodeo para evitar una expresión estereotipada o común más usual, utilizando para ello varias palabras que la evocan sin citarla de forma expresa. (WIKIPEDIA)
Fundamentalmente, se trata de dar un rodeo para evitar una expresión estereotipada o común más usual, utilizando para ello varias palabras que la evocan sin citarla de forma expresa. (WIKIPEDIA)
Este mismo rodeo sirve para introducir la primera exposición de la serie de "INGURU-MINGURUS" que organiza el COAVN en Gipuzkoa:
ENRIQUE PUJANA.
Un artículo de IVAN LOPEZ MUNUERA nos acerca al montaje expositivo que se INAUGURA EL PROXIMO 15 DE FEBRERO A LAS 19:30 EN LA SALA DE EXPOSICIONES DEL COAVN EN GIPUZKOA:
Intersticios. Enrique Pujana, Tony Soprano y las condiciones de contorno.
Por Iván López Munuera.
Por Iván López Munuera.
En un episodio de la primera temporada de Los Soprano Tony, il capo di tutti, recorre en coche junto a Meadow, su hija adolescente, diferentes universidades de Maine para que ésta decida en cuál matricularse. Al parar en una gasolinera, reconoce a un antiguo miembro de su organización quien, tras denunciar a varios gángsters, entró en el programa de protección de testigos. El código de la mafia le impone asesinar a su ex compañero, por lo que deja a Meadow en uno de los campus y regresa para ahorcarle con un cable, provocándose cortes en los dedos. Después de enterrarle, recoge a su hija y, juntos, vuelven a casa. En el trayecto, mientras comentan los diferentes programas educativos, Meadow se percata de las heridas en las manos de su padre y del barro que ensucia sus zapatos. Está alterado, así que le pregunta qué ha ocurrido en su ausencia. Tony le da una excusa y ella, enterada de los negocios paternos a pesar de los esfuerzos familiares por ocultarlos, deja de insistir. No desea conocer los detalles específicos del dinero con que se costean sus estudios de Derecho. No quiere saber que para poder mantener un mundo, el suyo, en el que se debaten la jornada laboral de ocho horas o la seguridad social gratuita, debe existir otro donde priman la extorsión y las vendettas. Mundos distantes que, sin embargo, se complementan para definir las condiciones de contorno de una familia estadounidense, por lo demás, bastante corriente.
La separación de dos zonas antitéticas, casi opuestas, necesitadas entre sí y el espacio del día a día contenido en medio es una de las características de la serie que más atraen a Enrique Pujana, fanático seguidor de Los Soprano. Esta misma idea subyace en actuaciones suyas como Espejo (2001), donde expone una silla de marcados ángulos rectos enfrentada a otra igual, pero de formas curvas. Podría pensarse que esta última es un reflejo deformado de la primera, una imagen especular deteriorada. Pero esta lectura tiene un viaje de vuelta, ya que también la silla regular podría ser una perversión de la estructura sinuosa de la segunda. El marco intermedio potencia esta tensión, estableciendo una distancia donde se desarrolla la experiencia perceptiva. La privación de uno de estos tres dispositivos arruinaría el juego; juntos, permiten que el espectador elija un lugar donde “sentarse” (visual, mental o corporalmente hablando).
El truco ha sido posible gracias a la disociación de las unidades, subrayando el valor de cada una y creando, además, un espacio intersticial donde caben multitud de interpretaciones, de lo lúdico a lo más específico. Es, en cierto modo, la misma operación que lleva a cabo en las obras de remodelación del Ayuntamiento de Cabanillas de la Sierra (2004). En ellas, el arquitecto escoge el orgullo estético del pueblo, los canecillos que decoran la parte baja del tejado, para separarlos tanto de este elemento como del plano vertical de la pared. Al dejar un hueco entre todos los agentes, hace visible lo que anteriormente parecía anodino o era inapreciable a ojos del observador foráneo.
El mismo sentido tiene la ampliación de la parte posterior, protagonizada por una cubierta de varias capas. La más exterior está formada por una piel de tejas de madera levemente separadas, mientras que la interior es un plano horizontal de vidrio transparente. Entre ambas, sitúa una estructura curva atravesada por una lluvia de varillas de acero que parecen descender hasta la sala central del consistorio. La imagen resultante, al quedar las diversas partes desglosadas, se asemeja a una cadena de montaje detenida. En ella confluyen diferentes ámbitos a la espera de ser ensamblados por los espectadores quienes, desde dentro, al asistir a una boda o a un pleno, podrán escalar los distintos niveles del techo sin necesidad de moverse. Y al anochecer, debido a la luz filtrada entre las tejas, comprobarán por fuera hasta qué hora trabaja el alcalde o si dos funcionarios mantienen un lío en la fotocopiadora. Es decir, los resquicios abiertos entre cada capa permitirán ampliar las lecturas y mostrar los hilos de un tejido social. A la manera de Robert Mangold, juega con los límites fijados (al conservar los canecillos y parte del edifico original) para intentar la solución más inesperada, explotando a su vez las capacidades del observador.
Traspasa, para ello, áreas de conocimiento tan heterogéneas como el diseño gráfico, los materiales tecnológicos, el origami o los dibujos infantiles. Así, en el concurso para una guardería en Pinto (2003), la idea surge de un primer garabato en espiral, propio de un alumno de este centro, para dar lugar a tres áreas diferentes: una sala de juegos, un comedor y una habitación intermedia desde la que los educadores puedan observar a los niños. Es una acción simple que justifica su interés por June-Bum Park quien, en uno de sus vídeos más conocidos, sitúa la cámara en un lugar elevado enfocando un parking y sus brazos cerca del objetivo, dando la impresión de ordenar los coches y los peatones con sus gigantescas manos. Casi un guiño, la realidad percibida atraviesa coordenadas disconexas para crear una zona en estática fricción.
Semejante actitud se encuentra en las viviendas de la calle de La Cabeza, en Madrid (2004), donde los altísimos ventanales son divididos horizontalmente para alejarlos del típico mirador y convertirlos en espacios por sí mismos. En la parte inferior crea un biombo acristalado que, al desplegarse, improvisa una habitación cambiante que permite mirar a la calle sin ser observado, aspecto necesario ante la cercanía del bloque de enfrente. Surge una nueva sala entre el interior y la calle, con una frontera ubicada a la altura de los ojos gracias al metafórico horizonte de la barandilla, rebasado sólo con alzar un poco la cabeza. Esta acción de elevar el cuello traduce el acto de integrar ámbitos opuestos, pero complementarios, epitomizado en la instalación que realizó para el concurso Pilar Juncosa de la Fundación Miró (2002). En ella, las cabezas de los espectadores emergían por encima de una malla de nylon para observar y ser observados por otros rostros, en una escena un tanto cómica e incómoda al saberse, a la vez, auscultados por debajo.
Esta situación asimétrica formada por el que espera su turno para mirar por arriba y que, mientras tanto, se entretiene curioseando por debajo define, de nuevo, la estructura polarizada. Los que hacen cola en la parte inferior propician la resolución del territorio superior y viceversa; formando, gracias a la tela fronteriza, una misma construcción necesitada de las tres. El resumen de esta idea sería la maqueta de escultura del año 2001 que presentó en la exposición Perdidos (2007), donde el inestable dibujo en el aire se mantuvo en pie gracias a unos pesos que atravesaban el plano horizontal. Éstos acabaron formando por debajo una composición de gotas de agua, de circo de Calder en equilibrio, que se alejaba por completo de la marcada figura que sujetaban; volviéndose, como en el caso de Tony y Meadow Soprano, recíprocamente indispensables. Del mismo modo, los objetos, proyectos, edificios, instalaciones y esculturas de Enrique Pujana dibujan unas condiciones de contorno donde, entre medias, el resto de las cosas (cualquier cosa, todas las cosas) suceden.
La separación de dos zonas antitéticas, casi opuestas, necesitadas entre sí y el espacio del día a día contenido en medio es una de las características de la serie que más atraen a Enrique Pujana, fanático seguidor de Los Soprano. Esta misma idea subyace en actuaciones suyas como Espejo (2001), donde expone una silla de marcados ángulos rectos enfrentada a otra igual, pero de formas curvas. Podría pensarse que esta última es un reflejo deformado de la primera, una imagen especular deteriorada. Pero esta lectura tiene un viaje de vuelta, ya que también la silla regular podría ser una perversión de la estructura sinuosa de la segunda. El marco intermedio potencia esta tensión, estableciendo una distancia donde se desarrolla la experiencia perceptiva. La privación de uno de estos tres dispositivos arruinaría el juego; juntos, permiten que el espectador elija un lugar donde “sentarse” (visual, mental o corporalmente hablando).
El truco ha sido posible gracias a la disociación de las unidades, subrayando el valor de cada una y creando, además, un espacio intersticial donde caben multitud de interpretaciones, de lo lúdico a lo más específico. Es, en cierto modo, la misma operación que lleva a cabo en las obras de remodelación del Ayuntamiento de Cabanillas de la Sierra (2004). En ellas, el arquitecto escoge el orgullo estético del pueblo, los canecillos que decoran la parte baja del tejado, para separarlos tanto de este elemento como del plano vertical de la pared. Al dejar un hueco entre todos los agentes, hace visible lo que anteriormente parecía anodino o era inapreciable a ojos del observador foráneo.
El mismo sentido tiene la ampliación de la parte posterior, protagonizada por una cubierta de varias capas. La más exterior está formada por una piel de tejas de madera levemente separadas, mientras que la interior es un plano horizontal de vidrio transparente. Entre ambas, sitúa una estructura curva atravesada por una lluvia de varillas de acero que parecen descender hasta la sala central del consistorio. La imagen resultante, al quedar las diversas partes desglosadas, se asemeja a una cadena de montaje detenida. En ella confluyen diferentes ámbitos a la espera de ser ensamblados por los espectadores quienes, desde dentro, al asistir a una boda o a un pleno, podrán escalar los distintos niveles del techo sin necesidad de moverse. Y al anochecer, debido a la luz filtrada entre las tejas, comprobarán por fuera hasta qué hora trabaja el alcalde o si dos funcionarios mantienen un lío en la fotocopiadora. Es decir, los resquicios abiertos entre cada capa permitirán ampliar las lecturas y mostrar los hilos de un tejido social. A la manera de Robert Mangold, juega con los límites fijados (al conservar los canecillos y parte del edifico original) para intentar la solución más inesperada, explotando a su vez las capacidades del observador.
Traspasa, para ello, áreas de conocimiento tan heterogéneas como el diseño gráfico, los materiales tecnológicos, el origami o los dibujos infantiles. Así, en el concurso para una guardería en Pinto (2003), la idea surge de un primer garabato en espiral, propio de un alumno de este centro, para dar lugar a tres áreas diferentes: una sala de juegos, un comedor y una habitación intermedia desde la que los educadores puedan observar a los niños. Es una acción simple que justifica su interés por June-Bum Park quien, en uno de sus vídeos más conocidos, sitúa la cámara en un lugar elevado enfocando un parking y sus brazos cerca del objetivo, dando la impresión de ordenar los coches y los peatones con sus gigantescas manos. Casi un guiño, la realidad percibida atraviesa coordenadas disconexas para crear una zona en estática fricción.
Semejante actitud se encuentra en las viviendas de la calle de La Cabeza, en Madrid (2004), donde los altísimos ventanales son divididos horizontalmente para alejarlos del típico mirador y convertirlos en espacios por sí mismos. En la parte inferior crea un biombo acristalado que, al desplegarse, improvisa una habitación cambiante que permite mirar a la calle sin ser observado, aspecto necesario ante la cercanía del bloque de enfrente. Surge una nueva sala entre el interior y la calle, con una frontera ubicada a la altura de los ojos gracias al metafórico horizonte de la barandilla, rebasado sólo con alzar un poco la cabeza. Esta acción de elevar el cuello traduce el acto de integrar ámbitos opuestos, pero complementarios, epitomizado en la instalación que realizó para el concurso Pilar Juncosa de la Fundación Miró (2002). En ella, las cabezas de los espectadores emergían por encima de una malla de nylon para observar y ser observados por otros rostros, en una escena un tanto cómica e incómoda al saberse, a la vez, auscultados por debajo.
Esta situación asimétrica formada por el que espera su turno para mirar por arriba y que, mientras tanto, se entretiene curioseando por debajo define, de nuevo, la estructura polarizada. Los que hacen cola en la parte inferior propician la resolución del territorio superior y viceversa; formando, gracias a la tela fronteriza, una misma construcción necesitada de las tres. El resumen de esta idea sería la maqueta de escultura del año 2001 que presentó en la exposición Perdidos (2007), donde el inestable dibujo en el aire se mantuvo en pie gracias a unos pesos que atravesaban el plano horizontal. Éstos acabaron formando por debajo una composición de gotas de agua, de circo de Calder en equilibrio, que se alejaba por completo de la marcada figura que sujetaban; volviéndose, como en el caso de Tony y Meadow Soprano, recíprocamente indispensables. Del mismo modo, los objetos, proyectos, edificios, instalaciones y esculturas de Enrique Pujana dibujan unas condiciones de contorno donde, entre medias, el resto de las cosas (cualquier cosa, todas las cosas) suceden.
1 comentario:
Enhorabuena por el blog, y por este link. Abrz. andrs
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