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12 julio 2008

AGUA DESPILFARRADA: LA EXPO DE ZARAGOZA




Hace unas semanas pasó por Barcelona Anthony Allan, premio del Agua de Estocolmo 2008. Este investigador del King College desarrolló a mediados de los noventa, en el marco de la economía ecológica, el concepto de agua virtual, entendido como la cantidad de H2O que es necesaria utilizar para generar cualquier bien o servicio. La idea enlaza con la noción de 'metabolismo económico' que, según Oscar Carpintero, profesor de Economía en la Universidad de Valladolid, permite profundizar en la comprensión física de la economía; también con la de 'huella ecológica', la extensión de tierra que se necesita para producir todos los recursos que consumimos y absorber sus desechos, concepto desarrollado por Mathis Wackernagel y William Rees.


Estos instrumentos analíticos se han mostrado muy útiles para medir el impacto y la repercusión ambiental de las actividades económicas que emprendemos los seres humanos. Según estas nuevas herramientas de cálculo ecológico, no consumimos agua únicamente cuando bebemos o la utilizamos para el uso doméstico; cada vez que comemos o consumimos algo debemos sumar también el coste del agua que hace falta para su producción. Un ciudadano medio de un país desarrollado consumiría entre 4.000 y 6.000 litros diarios.


La Exposición Universal sobre el Agua de Zaragoza, que se ha inaugurado a bombo y platillo hace unos días, ha costado, hasta ahora, más de 2.500 millones de euros. Su página web inicia la información del macro-evento recordándonos que «¡Viva la Fiesta Mayor del agua en la tierra!». Tras más de cinco mil espectáculos -sí, leen bien, 5.000- y miles de metros cuadrados dedicados a «representaciones y exposiciones» sobre el mundo del agua, se esconde una estrategia de propaganda y despilfarro que olvida el necesario y responsable equilibrio entre producción y consumo. En un vídeo promocional, que se puede ver también en el inicio de la página web, un atónito y conmocionado entrevistado, después de contemplar fascinado -hipnotizado, añadiría- el acto inaugural, responde así a la pregunta sobre su opinión del espectáculo: «Realmente, lo grande que es todo. El volumen que mueven. Que es muy grande. Es lo que más me ha impactado». La Expo de Zaragoza que, ante el problema del agua en el mundo, debía ser un ejemplo de contención y precaución se enorgullece de su grandiosidad y espectacularidad, imprudente y temeraria. Los líderes del G8, en su reunión anual celebrada hace unos días en Japón, incapaces de llegar a acuerdos importantes sobre la crisis económica o el calentamiento global, no han tenido el más mínimo reparo en fotografiarse plantando árboles. ¡Cuántas y qué grandes paradojas!



06 junio 2007

CONCURSOS ESTRELLA Y OTROS TEMAS "SIN INTERÉS"...

A continuación "pego" un texto publicado en DV y firmado por Santi Eraso en relación a "los arquitectos estrella". La necesidad de muchas administraciones por salir en el mapa arquitectonico mundial les hace caer en el mayor de los ridículos. Últimamente hemos soportado un caso cercano a nosotros con el concurso para un nuevo Centro de Artes Escénicas en Zarautz. Curiosamente, los selecionados para la segunda fase son: Zaha Hadid, Eduardo Arroyo, Kengo Kuma, Coop Himmelblau y Alejandro Zaera. Seguramente serán de los pocos que podían cumplir lo que exigía el pliego de condiciones. El artículo de Santi se centra en otro contexto, aunque vemos que es extrapolable a cualquier rincón del mundo por "ridículo" que éste sea:

LOS ARQUITECTOS ESTRELLA
Diferentes indicadores mediáticos y corrientes de opinión señalan que, definitivamente, la arquitectura contemporánea se ha convertido en el nuevo paradigma de la modernidad y sus “arquitectos estrella” en los grandes creadores de nuestro tiempo. Sus nombres, repetidos una y otra vez hasta la saciedad, se han sumado a esa retahíla de nombres propios que puebla el universo de los “genios individuales” y camufla la innumerable nómina de excelentes arquitectos discretos, creadores anónimos y, en muchos casos, simples ciudadanos con capacidad de invención, que son el sustrato real de la vida creativa y la innovación social.
Ahora, los mecenas ilustres, casi siempre vinculados a grandes firmas empresariales, buscan en la arquitectura marcas de prestigio para sus clientes; y muchos Estados, en sus diferentes niveles de competencia administrativa, remedio paliativo para sus ciudadanos. En definitiva, la panacea visual que alimente el espíritu de los humanos y “el capital simbólico” que se sume al “capital financiero” del progreso económico.
En muchos casos, la cultura es la escusa perfecta para justificar este maridaje entre arquitectura, poder económico y política.
Este aumento de arquitectura al servicio de la ciudad espectáculo encuentra en la proliferación de eventos, conmemoraciones y celebraciones el argumento perfecto para su justificación y oculta una práctica política que olvida que los procesos creativos y las experiencias sociales generadas desde las redes ciudadanas son, a la larga y a pesar de su complejidad, mucho más eficaces para el desarrollo social y la igualdad de oportunidades, base de un auténtico progreso integral de la ciudadanía.
El último gran ejemplo de esta modernidad cínica empieza a levantarse al lado del mayor escenario mundial de guerra y conflicto. El jeque Sultan bin Tahnun al Nahyan, jefe de la Autoridad de Turismo y Desarrollo de los Emiratos Árabes, quiere construir una gran ciudad de la cultura en Abu Dhabi y, sin complejos, afirma: “Lo que está ocurriendo en Beirut es una desgracia. Queremos que se vuelva a los viejos tiempos de las ciudades cosmopolitas árabes”. Al lado de la destrucción y la ruina, propone la edificación inmoral de una nueva Alejandría, como si el reflejo irónico y espectacular de las paredes relucientes de esas nuevas Bibliotecas, Museos, Centros de Ocio y Hoteles, pudieran paliar el daño moral que “nuestra avanzada civilización” está infringiendo a los habitantes de esa inmensa geografía de la vergüenza, llamada Oriente Medio.
Para llevar a cabo semejante objetivo, no se le ocurre nada mejor que llamar a Franck Gehry, Zaha Hadid, Jean Nouvel y Tadao Ando - de momento, ya que a estos nombres se sumarán pronto otros - para recuperar el prestigio de los árabes, como si estos no tuvieran nada mejor que hacer y además tampoco supieran como hacerlo. Así, de esta manera, el arquitecto impúdico se convierte en el mejor propagandista de una idea descabellada que toma cuerpo en el peor escenario posible.


SANTI ERASO